¿QUE ES EL TEATRO?

 

El teatro (del griego θέατρον theatrón 'lugar para contemplar') es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo. Es también el género literario que comprende las obras concebidas para un escenario, ante un público. El Día del Teatro se celebra el 27 de marzo.  

 

En adición a la narrativa común, el estilo de diálogo, el teatro también toma otras formas como la ópera, el ballet, la opera china y la pantomima.

 

Teatro es una palabra de significado ambiguo. Los Griegos la usaron primeramente para designar la gradería semicircular desde donde se contemplaba (theáomai, veo) la representación dramática; y también para designar el conjunto del publico allí reunido. Luego fue extendida a todo el edificio destinado a la representación; y se dijo en Atenas “el teatro de Dionisio”. Después paso a significar la obra –literaria o musical- que se representa. Por ultimo se adopto para indicar cualquier forma de espectáculo (de spectare, mirar). En consecuencia, el contenido de las historias del teatro ha variado paralelamente a las variaciones del significado que se da al vocablo.

 

En un sentido amplio, se podría definir el teatro como la comunión de un público con un espectáculo viviente. De un lado, un público de espectadores: espectadores en plural, y no en singular.

 

Todos los libros y manuales repiten que los orígenes del teatro en general, y los del teatro dramático en especial, son religiosos. Pero conviene definir el significado de este vocablo. No es el significado que nosotros, los cristianos, le otorgamos desde hace veinte siglos; es, simplemente el de la etimología.

 

Religio significa vínculo, ecclesia significa asamblea; el teatro es, simplemente y de por si, religioso, y quizás eclesiástico, puesto que es una forma de arte que vive de la comunión con un alma colectiva: el alma de un publico.

 

Pequeño país es Grecia, y es desde algunas de sus ciudades pequeñas, nacieron para el mundo, la filosofía y la poesía, el arte y el teatro. la ciudad soberana del espíritu griego, Atenas.

 

En épocas de civilización agrícola, las fiestas campestres en honor de Dionisio cobran paulatinamente importancia cada vez mayor: así tenemos las pequeñas y grandes dionisiacas. Se van celebrando con mayor frecuencia: al aproximarse la vendimia, en la época en que se exprime la uva, luego cuando se prueba el vino, y finalmente cuando se llora por la muerte de Dionisio, que coincide con la muerte anual de la viña.

 

 En estas fiestas se entona el ditirambo, o sea el himno en honor del dios. Este himno recibe el nombre de tragodia (tragedia), o sea “canto del macho cabrío”, cuando es acompañado por el sacrificio de un cabrito, animal especialmente caro a Dionisio, quizá por ser un animal lascivo, o tal vez como otros han sostenido, por ser enemigo y destructor de la viña.

 

El ditirambo, en un principio improvisado por los devotos del dios, alcanzo después una forma preestablecida y escrita en verso. El coro de los cantores se dirigía hacia el ara, o tímele, donde era ofrecido el sacrificio; y cantando se disponía en circulo a su alrededor (invocando al dios, narrando y celebrando su gesta).

 

Un día el coro se dividió en semi-coros, uno de los cuales respondía al otro; y como cada semi-coro era guiado por un corifeo, estos corifeos comenzaron a dialogar entre si. Frente a los cantos de ambos corifeos y de sus semi-coros que celebraban la gesta del dios, alguien –un interlocutor, un Hipócrates- respondía con las palabras de Dionisio en persona.

 

Desde ese momento –cuando la invocación lirica y la narración de los hechos dieron lugar a la presencia del dios, que hablaba en primera persona- se tuvo un embrión de representación teatral.

 

Así, la tragedia originaria, de canto épico-lirico, empieza a convertirse en teatro: como proyección de los personajes invocados por el coro. es el coro quien, por así decir, da a luz; la potencia de su canto hace aparecer al numen invocado.

 

Cuando, mas tarde, además de Dionisio, comenzase a invocar a otros dioses o héroes, con los cuales aquel se encuentra; o cuando, dejando a un lado al mismo Dionisio, se empieza a invocar a cualquier héroe, y a hacerlo aparecer y hablar durante el canto que lo celebra, la tragedia ha conquistado ya sus libertades esenciales de movimiento y de argumento. y pronto los fieles se asombraran al no encontrar en la representación nada que les recuerde a Dionisio.  

 

 

La tradición atribuye la primera representación trágica a un poeta más o menos legendario, Tespis, hijo de Temon, oriundo de icaria, en el ática, quien habría compuesto en el año 534 a. C., para las grandes dionisiacas organizadas en Atenas por Pisistrato, el primer dialogo entre un coro y un actor que iba representando a diversos personajes.

Elementos básicos del teatro  

El teatro como se ha podido observar, constituye un todo orgánico del que sus diferentes elementos forman una parte indisoluble. Esos elementos, no obstante, poseen cada uno características y leyes propias y, en función de la época, de la personalidad del director o de otras circunstancias, es habitual que se conceda a unos u otros mayor relevancia dentro del conjunto, estos elementos son:

Texto

Dirección

Elenco

Escenografía

Utilería

Vestuario

Maquillaje

Luces

Sonido y efectos especiales

Tramoyas

Publicidad

Tesorero

   

Texto 

 

Las obras dramáticas se escriben en diálogos y en primera persona, en el que existen las acciones que van entre paréntesis, (llamado lenguaje acotacional).

 

En la tradición occidental, el texto, la obra dramática, se ha considerado siempre la pieza esencial del teatro, llamado "el arte de la palabra". Dado que, de forma más matizada, esta orientación predomina también en las culturas orientales, cabe cuando menos admitir como justificada tal primacía.

 

A este respecto deben hacerse, no obstante, dos consideraciones: en primer lugar, el texto no agota el hecho teatral, pues una obra dramática no es teatro hasta que se representa, lo que implica como mínimo el elemento de la actuación; en segundo lugar, son numerosas las formas dramáticas arcaicas y los espectáculos modernos que prescinden por completo de la palabra o la subordinan a elementos cual la mímica, la expresión corporal, la danza, la música, el despliegue escénico.

 

El hecho de que la obra sólo adquiera plena vigencia en la representación determina además el carácter distintivo de la escritura dramática respecto a otros géneros literarios. La mayoría de los grandes dramaturgos de todos los tiempos, desde los clásicos griegos al inglés William Shakespeare, el francés Moliere, el español Pedro Calderón de la Barca o el alemán Bertolt Brecht, basaron sus creaciones en un conocimiento directo y profundo de los recursos escénicos e interpretativos y en una sabia utilización de sus posibilidades.

Dirección 

 

La personalidad del director como artista creativo por derecho propio sólo se consolidó, según se apuntó anteriormente, a fines del siglo XIX. Su figura, de cualquier forma, había existido siempre, en cuanto responsable de la coordinación de los elementos que representan, desde la escenografía a la interpretación. A él corresponde, en definitiva, convertir el texto, si existe, en teatro, por medio de los procedimientos que juzgue precisos. Para inducir a la reflexión por los alemanes Bertolt Brecht y Erwin Piscator o el ascetismo del polaco Jerzy Grotowski.

Actuación 

 

Artículo principal: Actuación

Las técnicas de actuación han variado enormemente a lo largo de la historia y no siempre de manera uniforme. En el teatro occidental clásico, por ejemplo los grandes actores, los "monstruos sagrados", tendían a enfatizar las emociones con objeto de destacar el contenido de la obra, en la comedia del arte el intérprete dejaba rienda suelta a su instinto; los actores japoneses del Nō y Kabuki, hacen patentes determinados estados de ánimo por medio de gestos simbólicos, bien de gran sutileza o deliberadamente exagerados.

 

En el teatro moderno se ha impuesto por lo general la orientación naturalista, en que el actor por medio de adquisición de técnicas corporales y psicológicas y del estudio de sí mismo y del personaje, procura recrear en escena la personalidad de éste. Tal opción, evolucionada en sus rasgos fundamentales a partir de las enseñanzas del ruso Konstantín Stanislavski y muy extendida en el ámbito cinematográfico, no es desde luego la única y en último extremo la elección de un estilo interpretativo depende de características del espectáculo y de las indicaciones del director.

 

Sin embargo, actualmente, a inicios del siglo XXI, la actuación teatral con tendencia naturalista está siendo replanteada seriamente. La teatralidad contemporánea requiere una crítica del naturalismo como simple reproducción del comportamiento humano, pero sin lazos con su entorno. Actualmente ha habido grandes transformaciones del trabajo de Stanislavski siendo las más importantes Antonin Artud, Jerzy Grotowsky, Étienne Decroux y Eugenio Barba.  Estas técnicas, llamadas actualmente extra cotidianas implican una compleja síntesis de los signos escénicos.

 

 

Otros elementos 

 

De forma estricta, se entiende por decorado al ambiente en que se desarrolla una representación dramática, y por escenografía, al arte de crear los decorados. Hoy en día, tiende a introducirse en el concepto de "aparato escenográfico" a todos los elementos que permiten la creación de ese ambiente, entre los que cabría destacar fundamentalmente a la maquinaria o tramoya y la iluminación.

En la antigüedad, la escenografía se hallaba condicionada a limitaciones técnicas y arquitectónicas, circunstancia que se mantuvo durante toda la Edad Media. Fue ya a fines del Renacimiento y, sobre todo, durante los siglos XVII y XVIII, cuando la escenografía comenzó a adquirir realce, gracias al perfeccionamiento de la perspectiva pictórica, que permitió dotar de mayor apariencia de profundidad al decorado, y posteriormente al desarrollo de la maquinaria teatral. En el siglo XIX, con la introducción del drama realista, el decorado se convirtió en el elemento básico de la representación.

 

 El descubrimiento de la luz eléctrica, en fin, dio pie al auge de la iluminación. Las candilejas, que en principio eran un elemento accesorio, se consideran poéticamente un símbolo del arte teatral.

 

Estrechamente vinculado con la concepción escénica, se ha hallado siempre el vestuario. En el teatro griego, la tosquedad de los decorados se compensaba por medio de mascaras —trágicas o cómicas— y las túnicas estilizadas de los actores, cuyo objeto era de resaltar el carácter arquetípico de los personajes. Durante el Barroco y el Neoclasicismo adquirieron importancia el maquillaje y el vestuario, si bien éste se empleó a menudo de forma anacrónica —se representaba por ejemplo una obra ambientada en Roma con ropajes franceses del siglo XVII hasta la aparición del Realismo.

 

En la actualidad, la elección del vestuario no es sino un elemento más dentro de la concepción general del montaje.